Nos disponemos a salvar un desnivel de aproximadamente 100 metros en la ascensión a la parte más elevada de esta formación rocosa. Podríamos pensar que se trata de una sólida montaña... Pues nada más lejos de la realidad. Estamos ante un verdadero queso gruyere. El agua ha penetrado a través de fisuras originadas por procesos mecánicos y ha conseguido disolver poco a poco la roca desde la parte más elevada. Tras millones de años de incesante actividad ha conseguido socavarla hasta encontrar una salida en cotas menores. El curso de agua que observamos representa uno de estos casos. Tiene la particularidad de poseer una alta concentración de carbonato cálcico, producto de la disolución de la roca, y que en este punto en el que reaparece, precipita formando un nuevo tipo de roca denominada toba. Esta toba se forma muy rápidamente en comparación con el resto de rocas carbonatadas e incluye restos vegetales que, al descomponerse, crean huecos y le dan una estructura esponjosa y ligera.